29 enero 2007

Mike Hansen o el amor al juego

A la sombra del Duomo, Ronaldo ha realizado sus penúltimas declaraciones, ya saben: «Madrid es un infierno y Capello un demonio» (ni siquiera ha esperado, para empezar a largar, a que los famosos «flecos» de su fichaje se hayan solucionado; mira que si no se solucionan...). Me recordaron la conversación que mantuve, hace un par de meses, con Mike Hansen. No es que Mike rajase de su entrenador, o de su equipo; él ama el deporte que practica desde los siete años y sigue en activo sin tener ninguna necesidad económica que le obligue a hacerlo, mientras que «El Fenómeno» sigue "jugando» al fútbol y ni él sabe bien por qué, o si lo sabe podemos apostar a que no será porque disfrute jugando. El hastío que acaban sintiendo muchos aficionados hacia el deporte profesional viene motivado, demasiadas veces, por el comportamiento, dentro y fuera de la cancha, de las estrellas y de las pseudoestrellas.

Recordemos que Mike Hansen fue uno de los bases de la selección española que se colgó la medalla de bronce en el Europeo de 1991, junto con sus entonces ídolos Epi, Villacampa o Antonio Martín; al año siguiente fue el último descarte de Díaz-Miguel para la cita olímpica de Barcelona 92. En aquella época todavía disfrutaba de su experiencia universitaria en Estados Unidos; en LSU se dedicó a repartir asistencias a unos jovencitos Shaquille O'Neal y Stanley Roberts –su compañero de habitación antes de que Roberts pusiese rumbo a España para jugar con el Real Madrid–; luego llegó la ACB (Estudiantes, Fórum, Cáceres y Huelva) y la experiencia alemana, con participación incluida en la Euroliga, que puso punto y final a su carrera profesional.

En Valladolid –eso es frío, y no el fresquito que disfrutamos en Madrid– Mike me intentaba explicar el porqué de seguir jugando a los 36 años (de su quinta quedan en activo, en la ACB, Azofra y Nacho Rodríguez). Actualmente juega y exhibe su talento en el UFC Zamora, en el grupo A de la EBA en el que me comentaba que «hay mucho nivel», precisamente una de las razones que le lleva a seguir en activo. El base madrileño compatibiliza los entrenamientos, los pocos que se puede permitir, y los partidos con la vida familiar y profesional (es socio del también ex-ACB Sergio Luyk). Esos fines de semana dedicados al baloncesto le impiden disfrutar de su familia, pero recibe a cambio el placer de jugar. El grupo A de la EBA está formado por muchos equipos gallegos y los desplazamientos, desde su residencia en Valladolid, no son precisamente cómodos: muchos kilómetros de autobús, bocatas para reponer fuerzas y un par de paradas para estirar las piernas, demasiado cargadas después de los partidos, y es que los años no pasan en balde por mucho que Mike se cuide. Los viajecitos le recuerdan a otros tiempos, cuando lo de ser un profesional de la canasta era sólo un sueño.

Mike sentenciaba: «Tengo claro que no me voy a arrastrar, pero jugaré mientras pueda jugar a buen nivel y me respeten las lesiones». En Zamora y en las canchas que visita su equipo los aficionados agradecen ver a los buenos jugadores, a los jugadores que, habiendo demostrado ya todo y pudiendo quedarse en casa, juegan porque, simplemente, aman el juego.

Artículo publicado en Libertad Digital (28/01/2007)

23 enero 2007

El nuevo Ferrándiz

Esta semana se ha hecho pública la prórroga del contrato de Joan Plaza, como entrenador del Real Madrid, hasta 2008, con el correspondiente aumento de sueldo para el técnico catalán. El momento elegido por los actuales dirigentes de la sección, Antonio Martín y Alberto Herreros, no ha podido ser más idóneo ya que llega después de las primeras derrotas en la liga y cuando el equipo se está enfrentando a una verdadera plaga de lesiones –Raül, Hamilton, Mumbrú, Varda-, que ha obligado a tirar de la cantera, a recuperar a Sinanovic –estaba jugando en el filial- y a buscar refuerzos. La decisión es fácilmente entendible teniendo en cuenta que el equipo blanco lidera la liga ACB y ha quedado campeón de grupo en la ULEB, pero el baloncesto es el paradigma de deporte de equipo en el que el hacer las cosas bien durante toda la temporada no siempre garantiza el éxito final. Cosa de los sistemas de competición.

La gran trayectoria madridista, hasta el día de hoy, tiene como principal artífice a su entrenador. Plaza ha repartido el tiempo de juego entre sus hombres casi matemáticamente, y las rotaciones sólo han peligrado cuando han llegado las lesiones, que esta vez podrían justificar, sin sonar a excusa, las primeras derrotas en liga. El reparto de minutos ha conseguido que todos los integrantes de la plantilla se hayan podido considerar importantes y que el equipo haya mantenido siempre un alto nivel de juego, sobre todo en defensa, que acaba por agotar finalmente la resistencia del contrincante. Está por ver si con los nuevos fichajes se puede mantener esa filosofía.

De momento creemos que se ha vuelto a acertar con la bestia parda de Marko Milic, tanto por su presente –buenos números con el Olimpia de Ljubljana en la Euroliga- como por su pasado madridista: en su anterior etapa blanca dejó un sabor agridulce por su tendencia a perder la concentración en muchos momentos. El alero no viene sólo a sustituir a Mumbrú ya que jugará también como pívot bajo y es un jugador muy distinto al alero internacional. La primera prueba de juego que habrá de pasar el “nuevo Madrid” de Plaza será la Copa del Rey, un torneo maldito para los blancos, y abierto siempre a las sorpresas, donde ser el líder de la liga no garantiza pasar el primer corte.

Hace unas semanas el presidente del Real Madrid se refirió a Joan Plaza como el nuevo Ferrándiz. Al basket blanco, menos mal, no le toca muy a menudo ser el objeto de los comentarios del mandamás merengue, aunque el efecto, cuando lo ha hecho, es el mismo que el se produce cuando habla de fútbol. Plaza, o cualquier entrenador que en el futuro tenga que ocupar su puesto, está muy lejos de acercarse –por los años en el puesto y las copas conquistadas por don Pedro- a lo conseguido por el mejor entrenador de la historia blanca, aunque, de momento, los inicios no pueden ser más prometedores. Las comparaciones siempre son odiosas.

Artículo publicado en Libertad Digital

15 enero 2007

The porn player, Calderón y el reto de Dieter

Jorge Garbajosa ya se ha ganado su apodo en la NBA: The porn player. Ahora sólo falta que el departamento de merchandising de los Raptors se ponga a trabajar y comercialice productos con la leyenda de marras, aunque dudamos de que se vaya a atrever. Por lo visto, la explicación al mote es que Garbajosa hace de todo y todo bien. Quedémonos con "Míster Europa", ya que la revista italiana Superbasket le ha otorgado el premio de mejor jugador europeo del año 2006; el jurado lo tuvo fácil pues el de Torrejón, entre otros méritos, ha sido campeón de la ACB, del Mundial de Japón y mejor novato, hasta el momento, en la NBA. Escribimos de Garbajosa cuando acaba de jugar su peor partido desde que aterrizó en la NBA y después de haber estado parado varios encuentros por culpa de una lesión.

Las estadísticas no bastan para medir el alcance de la aportación de Jorge a los Raptors, siempre le toca dejarse la piel en defensa. Tras una pretemporada excepcional, ayudado por el rodaje que traía de Japón, los inicios, una vez comenzada la competición oficial, no fueron tan halagüeños ya que el entrenador le racaneaba los minutos. Ser campeón del mundo y un jugador maduro no eximen de tener que pagar ciertos peajes. Su inclusión en el cinco inicial del equipo canadiense ha tenido mucho que ver en que Sam Mitchell se haya comido el turrón, o lo que coman en Canadá en Navidad. La única pega al juego del pívot es que, de momento, sigue sin conseguir adaptarse a la distancia NBA de la línea de tres puntos; en el momento en que suban sus porcentajes de tiro de tres, Chris Bosh encontrará muchas más facilidades para anotar.

Mientras Míster Europa afina la puntería, su compatriota y compañero de equipo, José Calderón, sigue a lo suyo a pesar de que el entrenador lo sigue utilizando como repuesto de T.J. Ford. Mitchell le concede cinco minutos menos que el año pasado y Calde le responde anotando dos puntos más de media y mejorando sus porcentajes de tiro. Mucho tiene que ver el dinero en decisiones como éstas. Ford llegó a los Raptors con el caché y el salario de superestrella y sería demasiado atrevimiento saltarse el guión y dar los galones al extremeño, por mucho que sus números, teniendo en cuenta los minutos que juega, sean muchas veces bastante mejores que los del ex de los Bucks. Si Joan Plaza estuviese al mando los minutos se distribuirían de otra manera.

Dieter Brandau me retó hace tiempo –cuando aún se podía permitir el lujo de dedicar su tiempo a otra cosa que no fuesen los informativos de Libertad Digital Televisión– a que encontrase un cinco mejor que el suyo: Michael Jordan, Julius Erving, Larry Bird, Kareem Abdul Jaabar y Wilt Chamberlain. Dieter comete tres errores: jugar con dos escoltas para subir el balón y repartir el juego (el mismo experimento de Malikovic en el Madrid el año pasado y que acabó con fracaso total), tener dos cincos puros –uno de los cuales tendría que perseguir a mi cuatro por fuera de la zona– y no tener en cuenta el resultado del experimento futbolístico y galáctico de Florentino Pérez. En mi cinco están Steve Nash, Dwyane Wade, Dirk Nowitzky, Pierce y Duncan: tampoco son mancos y sin duda están, hoy por hoy, en mejor forma que los suyos.

Artículo publicado en Libertad Digital

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