Ignacio López Calvo
Si yo fuera uno de los organizadores de las próximas olimpiadas en Londres, no se que quitaría una idea de la cabeza: ¿qué podemos inventarnos para no hacer el ridículo en la ceremonia de apertura? Después de ver el despliegue artístico de ayer para el que, realmente, falta superlativos, casi mejor que saliera elegido Madrid para los próximos juegos.
De entre todas las cosas que vi con la boca abierta delante de la televisión, una no fue tanto de admiración como de sorpresa: en el desfile de apertura LeBron James, la estrella de los Cleveland Cavaliers, se paseó con el dedo índice en alto y con cara de invencibilidad. Y mira que se lo tienen dicho: en los juegos olímpicos, la excesiva autoestima no siempre es buena. Para nadie es secreto que, si la selección nacional de baloncesto de Estados Unidos ha tenido un talón de aquiles en los últimos años, no ha sido otro que los griegos llamaban “hybris”, o sea, sus excesivos orgullo y arrogancia.
Se ha hablado mucho del excesivo individualismo (cierto), de la falta de química entre los jugadores (cierto), de la ausencia de Kobe, Shaq y otras estrellas en los campeonatos pasados (cierto), pero no cabe duda de que siempre les ha sobrado talento para arrasar en cualquier competición en la que han jugado. Lo que les ha fallado, más bien, ha sido la falta de motivación y la falta de respeto por los otros equipos. Siempre creen que van a pasearse sin pedir ni tiempos muertos, como ocurrió en Barcelona, y luego llegan las sorpresitas.
Una de las labores de los técnicos Mike Krzyzewski, Mike DiAntoni y Nate McMillan este año ha sido precisamente la de avisarles de que ganar a equipos como España, Argentina o Grecia no será tarea fácil. Y precisamente LeBron James debería saber esto, después del absoluto ridículo que hicieron (con él mismo—aunque 4 años más joven—en las filas de equipo norteamericano) en Atenas.
Por el mismo camino, cuando salió el equipo olímpico español, uno de los comentaristas de la televisión norteamericana señaló el verano mágico que ha tenido el deporte español al ganar Winbledon, el Tour de Francia y la Eurocopa. Después añadió: “y además puede que hasta ganen el oro en baloncesto en estas olimpiadas”. Siguiendo la tónica de los jugadores, el otro comentarista, Bob Costas, saltó como un resorte diciendo que los españoles tienen posibilidades de ganar una medalla pero no de oro, dando a entender lógicamente que el oro era inevitablemente para los norteamericanos.
Bueno, mi consejo es que tome unas cuantas clases de historia, en las que si algo se aprende es que, con frecuencia, la historia se repite. No en vano, hoy por hoy los campeones del mundo son los españoles, Argentina es el campeón olímpico y nada menos que 7 países derrotaron a EEUU en los juegos olímpicos de Sidney Atenas: Argentina dos veces, Yugoslavia, España, Italia, Puerto Rico, Lituania y Grecia. Y sí, ese equipo también estaba plagado de estrellas de la NBA.
Yo soy el primero en reconocer que el equipo norteamericano es el favorito para ganar el oro, aunque sólo sea porque tienen en sus filas al mejor jugador del mundo, Kobe Bryant, y al segundo mejor, LeBron James. Además Wade y Anthony, al igual que James, ya no son los niños inexpertos de Atenas: Wade ha ganado el título de la NBA, James llevó a su equipo a las finales. Pero todo puede pasar. Después de ver cómo lucharon para ganar a Australia (sin Bogut) y a una Rusia medio descafeinada, cómo resurgió el individualismo y la pésima defensa en rachas de los partidos, tampoco sería tan de extrañar que saltara la sorpresa. Han ganado los cinco partidos amistosos del preolímpico pero ninguno de esos equipos eran España, Argentina o Grecia. No llegan a estos juegos con el oro en el cuello. Todavía les queda demostrar su valía;
Es más, algunos (repito, no yo) podrían argüir que el verdadero favorito es España, con un juego de equipo mucho más compenetrado, muchos más años jugando juntos y un palmarés envidiable: siguen siendo los campeones del mundo, estuvieron a puntito de ganarle a rusia en el campeonato europeo en septiembre y tienen el talento suficiente (incluyendo a varios jugadores que han jugado, juegan o van a jugar en la NBA) como para hacerles a Kobe y a LeBron tragarse sus palabras.
Ah, se me olvidaba mencionar que Kobe ha dicho en varias entrevistas que si no ganan, tendrán que llamarle Giovanni porque se nacionalizará italiano de la vergüenza que le va a dar. LeBron, por otra parte, ha garantizado a la revista Time que ganarán el oro. Pero insisto: por lo que yo he visto en el preolímpico, no son invencibles. No juegan bien a balón parado y no defienden bien el perímetro. Además, Jason Kidd está viejo y flojean un poco en la posición de pívot, donde no tienen gente muy alta, con Howard como titular y Bosh como suplente (se echa de menos a gente del calibre de Garnett o a Duncan).
Sobra decir que tampoco hay que olvidarse de Argentina, que ganó el oro en Argentina y, aunque se les ve ya un poco vejetes, siguen teniendo a Manu Ginobili, el único jugador de la historia que ha ganado el oro en las Olimpiadas (fue el MVP de las Olimpiadas), el título de la NBA y el de la Euroliga. Además, Oberto, Nocioni y Scola no son mala ayuda. Grecia, por otra parte, derrotó a los norteamericanos en las semifinales del campeonato del mundo de 2006 con un equipo que no contaba con ningún jugador en la NBA. Y, como los españoles, están muy bien compenetrados, pues 10 de sus 12 jugadores juegan o en el Olympiacos o en el Panathinaikos.
El domingo, los norteamericanos juegan contra China y tendrá que dar paso a la palabrería arrogante. Si ganan el oro, será la primera vez que lo hacen desde el año 2000. Por algo ya nadie les llama el Dream Team, sino el Redeem Team, es decir, el Equipo de la Redención. Un poquito de humildad, señores, si de veras quieren ganar el oro. Talento no les falta.