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31 octubre 2006

Libros y balón


artículo publicado en Libertad Digital (4 de noviembre de 2006)

El camino hacia el profesionalismo que sigue un jugador de baloncesto –como el de cualquier otro deportista– en EEUU es, casi siempre, muy distinto al que se sigue en Europa. Aquí las categorías de formación funcionan gracias a la preocupación y a las inversiones de los equipos profesionales. Allí el jugador comienza a competir con su colegio y con su high school (instituto). Estos equipos disfrutan, en muchos casos, de una estructura, unos medios y una atención por parte de la prensa y de los aficionados que ya quisieran para sí muchos clubes europeos. Una vez finalizada la etapa preuniversitaria los mejores jugadores, de dentro y fuera del país, reciben ofrecimientos de becas para cursar estudios universitarios a cambio de defender los colores del alma mater. Muchos jóvenes pueden disfrutar de una carrera –de otro modo vedada– gracias a sus habilidades con el balón. Cuando hablamos de baloncesto universitario en EEUU lo hacemos de un espectáculo que es aún más seguido que la propia NBA. La Final Four universitaria es uno de los eventos deportivos favoritos de los norteamericanos.

Chris Hernández apenas lleva unos meses viviendo en España y acaba de debutar en la ACB con el C.B. Granada. Espera que su estancia por estas tierras no se alargue demasiado porque su sueño, como el de cualquier jugador, es fichar por una franquicia de la NBA. Hasta su incorporación a la plantilla del equipo andaluz apenas disponía de referencias de las ligas profesionales europeas. Su caso como jugador universitario es ejemplar. Al contrario que muchos de sus compañeros su interés por su formación deportiva fue paralelo a sus esfuerzos en el plano académico. Se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad de Stanford –uno de los centros más reconocidos de la costa oeste– donde consiguió varios premios al estudio. Parece que también quiere aprovechar su paso por Granada ya que lo primero que pidió a su llegada fue un profesor de español (a pesar de su apellido no domina nuestra lengua).

Un día normal, durante la época lectiva, para un deportista como Chris comienza muy temprano. Sin solución de continuidad se suceden las clases, los entrenamientos, las horas de estudio y las tutorías. Prácticamente ni un minuto de respiro. En época de vacaciones el tiempo también se aprovecha: más libros y más balón. En verano las reglas de la NCAA (la organización que organiza las competiciones universitarias) prohíben al jugador entrenar con su equipo, con lo cual aquellos que quieren mejorar tienen que aprovechar para entrenar por su cuenta. Todo ese sacrificio tiene su recompensa ya que los deportistas son los verdaderos héroes de su universidad.

Son ya legión los jugadores de fuera de EEUU que estudian y juegan en universidades norteamericanas. Los que hacen ese viaje renuncian a buenos sueldos y a la posibilidad de enfrentarse, muy pronto, a verdaderos profesionales pero a cambio realizan una apuesta de futuro. Podrán estudiar en muy buenas universidades, aprender inglés y quizás, al finalizar sus estudios, iniciar una carrera en el baloncesto profesional. Rodrigo de la Fuente o Iker Iturbe son dos destacados ejemplos en la liga ACB. El sistema estadounidense, sin duda, ofrece más. La culpa no es de los equipos profesionales europeos, que son los que mantienen en gran medida la cantera. El problema viene por el lado de unas universidades -en particular las españolas- en las que el deporte siempre ha estado abandonado; casi tanto como la formación académica.

Para escribir este artículo mantuve una entrevista telefónica con Chris Hernández.

23 octubre 2006

Baloncesto blanco, pasado negro

artículo publicado en Libertad Digital (22 de octubre de 2006)

En el año en que se conmemora el 75º aniversario de la sección de baloncesto del Real Madrid (¿Se habían enterado de la efeméride? ¿Han visto el programa de festejos?), el equipo blanco continúa imbatido en sus encuentros oficiales tras una pretemporada igualmente inmaculada. La pretensión de esta temporada, como la de casi todas últimamente, es la de olvidar una temporada sin títulos. Desde que Fernando Martín hiciera las Américas en 1986, convirtiéndose en el primer español en jugar en la NBA, la sección de baloncesto del Real Madrid ha sido campeona de la liga ACB en sólo cuatro ocasiones: dos liderada por Arvidas Sabonis, una en el Palau con Scariolo al mando de la nave y la última con un triple de "San" Alberto Herreros casi sobre la bocina final. El zar lituano lideró también la conquista, en 1997, del título de mejor equipo de Europa. El palmarés se completa con un par de victorias en la Copa del Rey y unas cuantas competiciones europeas de segundo nivel. Muy poco para un equipo respaldado siempre con un gran presupuesto y con la aureola de equipo más laureado del baloncesto FIBA.

Los nada brillantes resultados se han debido a múltiples factores. El más evidente, sin duda, ha sido el incremento de la competencia entre clubes a nivel doméstico e internacional. Pero a nivel interno la falta de una dirección única y estable y la inexistencia de una estructura de club como la que tienen casi todos los equipos ACB han marcado el devenir merengue. Esas carencias se han traducido, de cara al aficionado, en un continuo baile de rostros de directivos profesionales, de entrenadores y no digamos ya de jugadores. Los distintos presidentes de la entidad han visto el baloncesto como un mal necesario, un problema a sortear. Antes las victorias blancas en el basket podían suponer un bálsamo con el que sobrellevar una mala temporada futbolera. Ahora el equipo de baloncesto es otro quebradero de cabeza más. En cada elección presidencial los candidatos lanzan propuestas "para relanzar" la sección, pero los vencedores, una vez instalados en la poltrona, pasan el balón naranja al primero que se descuida. ¿Para cuándo el pabellón madridista? ¿La recalificación de la Ciudad Deportiva no afectó también al Raimundo Saporta?

Ante la falta de ideas y la incapacidad para estructurar la sección el recurso siempre fue poner un montón de billetes ante la figura de turno. Pagaba el fútbol. Esa solución ya dejó de funcionar hace tiempo ante la superioridad económica de muchos clubes europeos. El Madrid muy pocas veces consigue vencer en una puja por un jugador; todos los veranos tenemos unos cuantos ejemplos. Ni siquiera se consigue atraer a los mejores entrenadores porque en el banquillo de Vistalegre las Fallas se celebran cada junio. Este año se ha tenido que confiar -parece que no quedaba otra opción- en un entrenador sin caché. Un director de orquesta que se ha ganado ya el puesto, que está haciendo jugar al equipo, que está repartiendo las responsabilidades y los minutos de juego entre sus pupilos. Veremos si el crédito que se ha ganado Joan Plaza le dura más que a sus predecesores y esperemos que a los primeros reveses no se ponga en solfa su capacidad. Otra agradable sorpresa la ha supuesto el fichaje –no sabemos si buscado o impuesto por las obligadas cuotas– de Raúl López y Alex Mumbrú. Dos jugadores con pasado blanco con los que la afición se puede identificar fácilmente. Antonio Martín y Alberto Herreros tienen trabajo por delante para volver a situar, con visos de permanencia, al Real Madrid en los primeros puestos del baloncesto continental ¿Liderará el Madrid, como lo hizo con Saporta, el cambio necesario que necesita el basket europeo? Primero hay que hacer los deberes en casa.

18 octubre 2006

The new Petrovic?

Translated into English by Allison Abramson

Just one year ago, Ricard “Ricky” Rubio- born in El Masnou, October 21, 1990— became the youngest player to debut in the ACB league.  On the day of his debut, he still hadn’t even blown out his 15 candles. Today we are in the presence of an important player of a first-level team like Joventut, whose inexhaustible reserve of young players never get tired of showing their talent year after year. The green and black point-guard is capable of playing and orchestrating plays while surrounded by his opponents and teammates, who in some cases, are twice his age. His statistics leave no room for doubt as they are leading him to be the sixth man of La Penya’s (Joventut) rotation. This summer, the young basketball prodigy returned to the center of media attention when the Spanish national team was awarded the European U16 championship title: in the final he tallied up an impressive 51 points, 24 rebounds, 12 assists, and 7 steals, in addition to forcing an overtime during which he scored a 3-point shot from mid-court.

As soon as he turns sixteen, Rubio will sign his first professional contract. His team has been trying to stop the rumors and avoid the temptations by the rival teams, who are very interested in getting the contract of the future star.       Up until now, it has been impossible since the labor legislation forbids the employment of youths under the age of 16. This is quite a contradiction, as Ricky shares the locker-room with professionals who make their living on the court. Achieving success in a sport at such a young age can have its disadvantages and can end up damaging the professional career of a boy who has yet to graduate high school. There are a few previous young athletes who were not able to reach the finish line, unlike sports icons like Fernando Alonso or Tiger Woods.  Basketball in the United States has an advantage over us in this situation. There, with the exception of a few cases, players who have not graduated from college (usually graduate by age 22) are not allowed to leap into the professional circuit. Rubio will have to mature on a personal level, with the help and control of the people around him. At the moment, it seems that Aito has taken the reigns. Ricky does not even appear on La Penya’s official website as a player of the first team.

The comparisons in terms of his premature impact on European basketball are similar to another point guard, equally as precocious in his time: Drazen Petrovic.    When the genius from Sibenik jumped into the limelight, the NBA remained a far reach for any European basketball player. However, in the case of Rubio, they are already talking on end about his future in playing for the best league in the world, while there is still a long way to go around these parts. Either way, he knows that to be a well-rounded player, he has to apply the same amount of intensity on defense as he does in the attack. To make even more improvements in his technical performance as well as to prepare himself physically, he still has time. But he is off to a good start…already wearing #32, the same number as Earvin “Magic” Johnson

Published in Libertad Digital (October 15th, 2006)

16 octubre 2006

Drazen Petrovic, el genio de Sibenik (vídeo)

Puede que en el futuro vuelva a aparecer en las canchas un jugador con una técnica tan exquisita, con un tiro tan demoledor y, sobre todo, con una pasión por el juego tan enfermiza como Drazen Petrovic. Pero que a esas características se les pueda llegar a unir el descaro y la insolencia del de Sibenik es algo mucho más difícil.

Por supuesto que hubo un Petrovic antes y otro después del inicio de su aventura en la NBA. En realidad, tuvo que esperar a fichar por los Nets para poder despegar todo, o casi todo, su arsenal ofensivo. Pero fue en Europa donde, sin duda, dejó muchas más muestras de su calidad como jugador. Con permiso de Arvidas Sabonis, con ustedes el mejor jugador de la historia del basket europeo.