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16 octubre 2006

¿El nuevo Petrovic?

artículo publicado en Libertad Digital (15 de octubre de 2006)

Hace justo un año Ricard "Ricky" Rubio –El Masnou, 21 de octubre de 1990– se convirtió en el jugador más joven en debutar en la liga ACB. En la fecha de su debut todavía no había soplado las velas de su quince cumpleaños. Hoy estamos ante un jugador importante en un equipo de primer nivel como el Joventut, cuya inagotable cantera no se cansa de lanzar talentos año tras año. El base verdinegro es capaz de jugar y hacer jugar rodeado de contrarios y compañeros que, en algunos casos, le doblan la edad. Sus números no dejan lugar a dudas y le están convirtiendo en el sexto hombre de la rotación de la Penya. Este verano su figura volvió a centrar la atención de los medios de comunicación cuando regaló el titulo de campeón de Europa a la selección española cadete: en la final firmó 51 puntos, 24 rebotes, 12 asistencias y 7 recuperaciones, forzando además la prórroga al conseguir un triple desde el medio campo.
En cuanto cumpla los dieciséis años firmará su primer contrato profesional. Su equipo ha querido parar rumores y evitar tentaciones a sus rivales, interesados en contratar a la futura estrella. Hasta ahora no se había podido hacer porque lo impide la legislación laboral que establece la edad mínima para trabajar en dieciséis años. Todo un contrasentido porque Ricky comparte vestuario con profesionales que viven por y para la canasta. Alcanzar el éxito deportivo tan joven puede tener sus inconvenientes y llegar a frustrar la carrera profesional de un chaval que todavía va al colegio.
Hay unos cuantos precedentes de figuras en ciernes que se quedaron por el camino, aunque la comparación no pueda servir para deportistas como Fernando Alonso o Tiger Woods. El baloncesto de EE. UU. nos lleva también ventaja en esto. Allí, salvo casos contados, no se permite que jugadores que no hayan acabado su etapa universitaria (normalmente a los 22 años) puedan dar el salto al profesionalismo. Rubio tendrá que madurar en el plano personal, ayudado y controlado por su entorno. De momento parece que Aíto ha tomado las riendas. Ricky ni siquiera aparece en la página oficial de La Penya como jugador de la primera plantilla.
Las comparaciones en cuanto a su prematuro impacto en el baloncesto europeo le asemejan a otro escolta igual de precoz en su momento: Drazen Petrovic. Cuando el genio de Sibenik saltó a la fama la NBA quedaba lejos para cualquier jugador europeo, pero en el caso de Rubio ya se habla y no se para de su futuro en la mejor liga del mundo cuando todavía le queda camino por recorrer por estos lares. Por si acaso, sabe que para ser un jugador completo hay que aplicarse también en defensa con la misma intensidad que en ataque. Para mejorar aún más su depurada técnica y para prepararse físicamente todavía tiene tiempo. Pero para empezar ya viste el número 32, el mismo de Earvin "Magic" Johnson.

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