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01 diciembre 2018

5 preguntas a César de la Fuente, autor de "Legado de un capitán"

legado de un capitan


La temporada del debut de Lalo García en la liga ACB con el extinto Fórum fue mi primera temporada de socio del equipo. Recuerdo cómo salió a la cancha —cuando podía, me sentaba detrás del banquillo del Fórum— el día de su debut, a las órdenes de Pepe Laso. Supongo que muchos lo adoptamos como nuestro jugador favorito por ser joven y de casa.

Todavía tenemos reciente en nuestra memoria la noticia de su desaparición. César de la Fuente ha escrito sobre el Lalo jugador para que esa memoria no se pierda y para que las nuevas generaciones sepan quién era Lalo García. Gracias, César.

— ¿Cómo surge la idea del libro y cuál ha sido el proceso de creación? 

La idea surge a los pocos días de que se confirmara la triste noticia del fallecimiento de Lalo. Fue mi ídolo de infancia y, además, tuve la suerte de trabajar con él años más tarde durante mi etapa dentro del departamento de comunicación del extinguido CB Valladolid (aparte he trabajado en otros clubes como Estudiantes, Fuenlabrada o Granada).

Volviendo a los motivos por los que decidí dar este paso, me parecía muy injusto que nos quedáramos con el recuerdo de sus últimos (y tortuosos) años de vida y olvidáramos por completo todo lo que Lalo aportó tanto al club de sus amores como a la ciudad de Valladolid. Por esta razón digo que la principal palabra que define a este libro es JUSTICIA. Basta ya de recordar a Lalo entre lágrimas, su legado no merece eso. Él nos regaló cientos de momentos épicos sobre el parquet, su mejor sonrisa cuando estaba fuera de él y, ¡cómo no! multitud de risas gracias a sus anécdotas, imitaciones y buen humor. Lo que quiero dejar claro al lector es que este libro narra únicamente la vida de Lalo García desde su primeros pasos y botes en el Colegio La Salle hasta el 24 de mayo de 2001, fecha de su retirada como jugador profesional. Más allá de ese día, no me interesó nada.

La realización del libro me ha llevado cerca de tres años ya que es un trabajo basado, principalmente, en entrevistas (aproximadamente unas 53) a familiares, amigos de la infancia, entrenadores (de base y ACB), compañeros de equipo y selección española, rivales, personajes ilustres de Valladolid, prensa, etc. Todos estos encuentros se han producido en fines de semana, vacaciones o días libres que uno ha ído «robando» a su trabajo y a su vida personal. Pero, como siempre digo, Lalo lo merecía y por tanto, se ha hecho con gusto.

— Apenas tenías cinco años cuando Lalo debutó con el Fórum, ¿cuáles son tus primeros recuerdos de Lalo y por qué crees que se convirtió en tu ídolo? 

Creo que mis primeros recuerdos de Lalo provienen de mi infancia y van ligados irremediablemente al diario El Norte de Castilla. Me explico. Este periódico entra diariamente en mi casa desde que yo tengo uso de razón y, como si de un circuito se tratase, iba (y todavía sigue) pasando por todos los miembros de la familia a lo largo del día: mi madre lee las noticias locales con más detenimiento, mi padre no perdona su cita diaria con los crucigramas y en mi caso era de los que empezaba a leerlo por la sección de deportes, y más concretamente por la que recogía la actualidad del Fórum de Valladolid. Incluso recortaba algunas de las fotos que incorporaban las crónicas de los partidos para, posteriormente, pegarlas en un álbum que todavía guardo con cariño. Como anécdota, años más tarde, y durante mi etapa en el club, se lo llevé a Lalo para que comprobase el nivel de frikismo que tenía cuando era tan solo un niño. Todavía recuerdo su carcajada....

Siempre he sido un apasionado del baloncesto; jugaba, entrené a un equipo de niños en el colegio Lourdes, asistía a Pisuerga asiduamente pero, a diferencia del resto de mis compañeros que solían portar las camisetas de Kobe Bryant, Shaquille Oneal u otras estrellas de la NBA, yo lucía la de Lalo. ¿Por qué? Lo hacía porque él era mi espejo, un tipo de Valladolid que había alcanzado la élite pero que seguía siendo accesible a cualquiera. Además medía prácticamente lo mismo que yo y eso me hacía preguntarme: «Si él ha llegado, ¿por qué yo no puedo conseguirlo?».

— ¿Cómo definirías a Lalo como jugador? 

Lalo era la personificación del sacrificio, la lucha, el compromiso y el sentido de equipo. Un tipo que, como afirman muchos de los protagonistas del libro, era capaz de sacarte de quicio y exigirte lo máximo en entrenos o partidos, pero que, una vez concluidos, dibujaba aquella sonrisa en su cara e iba a saludarte, gastarte una broma o darte un abrazo. Nobleza, esa palabra lo definía a la perfección. 

— ¿Cuál es tu anécdota o historia preferida sobre Lalo de entre todas las que reflejas en el libro?

Tengo varias (jajaja). Si me pides solo una, me quedaría con aquella primera entrevista que le realicé para la revista de mi colegio cuando yo apenas contaba con 13 años. Acudí a la antigua sede del club situada en la calle Pedro Niño y, al comprobar que no había llevado grabadora y que transcribía todas sus respuestas a mano y con no demasiada velocidad, me espetó: «Pero como un periodista como tú no se trae una grabadora, hombre. Podemos estar aquí hasta la madrugada». Mi cara debió ser un poema porque, a los dos segundos, me guiñó un ojo y me tranquilizó diciéndome, «no te preocupes, yo tengo las llaves de la oficina y podemos estar aquí el tiempo que necesites». Ése era Lalo García, un tipo que le dedicaba las mismas atenciones a un niño de 13 años, a un periodista o al político de turno.

— ¿Qué objetivo te has marcado con el libro? 

El principal objetivo del libro ya se ha cumplido, y era convertir las lágrimas en sonrisas. Es decir, ya estaba cansado de que cualquier acto o iniciativa que recordase a Lalo acabase con lágrimas de tristeza en su familia y amigos. Este libro persigue todo lo contrario, que le recordemos con una sonrisa mientras leemos algunas de las divertidas anécdotas que se incluyen en sus páginas narradas por todos los protagonistas que estuvieron cerca de él durante tantos años.

Otro gran objetivo era que cumpliese con las expectativas tanto de Montse, su madre, como de sus hermanas Cuca y Trizzi. Y, por suerte, puedo decir que ha sido así. Ahora, cada vez que nos reunimos para cenar o tomar un café juntos, las sonrisas ganan a las lágrimas. Ese es mi mayor premio.

El libro se puede comprar en la web www.legadodeuncapitan.com, en las tiendas Justo Muñoz y en las oficinas y partidos del CBC Valladolid. También en las librerías Oletvm, Maxtor, Clares, Sandoval, En un bosque de Hojas y El Sueño de Pepa. Todas ellas están ubicadas en Valladolid.

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19 octubre 2018

Audie Norris, jugador de la NBA

Cualquier seguidor de la liga ACB, por muy joven que sea, sabe quién es Audie Norris (1960). Lo que quizás no todo el mundo sepa es que Audie Norris jugó en la NBA —Portland Trail Blazers— desde 1982 hasta 1985.

Norris llegó a la NBA tras su etapa universitaria en Jackson State University (Misisipi), la misma universidad de la que sería entrenador asistente tras su retirada como jugador. El pívot había sido elegido por los Blazers en el puesto 37 —segunda ronda— del draft de 1982. Audie era el segundo miembro de su familia en ponerse un uniforme de la NBA: su hermano mayor Sylvester había sido jugador de los San Antonio Spurs (jugó 17 partidos en la temporada 1979/80).

Seguramente, el mejor recuerdo de Audie Norris durante su carrera en la NBA fue cuando los Blazers eliminaron a los Dallas Mavericks en el quinto partido de la primera ronda de los playoffs de la temporada 1984/85. Norris fue quien metió la canasta ganadora con la que los Blazers se impusieron 115-113 a los Mavs. El partido cerraba la serie (3-1) para la franquicia de Portland. Al principio del siguiente vídeo se puede ver la canasta:


Antes de las semifinales de conferencia contra los Lakers, nuestro protagonista se permitió un lujo: «Soy el arma secreta en esta serie. Siempre juego buenos partidos contra los Lakers, si tengo la oportunidad de jugar algunos minutos. Muchos jugadores no esperan que yo entre y haga lo que puedo hacer». Los Lakers pasaron por encima de los Blazers (4-1) y acabarían ganando el anillo ante los Celtics (4-2). Aquellos fueron los últimos partidos de Atomic Dog en la NBA.

Fue su compañero de equipo Mychal Thompson —padre de Klay Thompson— quien le puso el apodo de «Atomic Dog» (perro atómico) por sus brutales mates (de hecho, su nombre en Twitter es @atomicdog14).

He leído por ahí que en una ocasión el entrenador Jack Ramsay mandó a la policía a casa de Norris para que este se despertase, aunque siempre se sostuvo que el principal motivo por el que no continuó en la NBA fue sus problemas de rodilla.

En tres temporadas con el equipo de Oregón, promedió 4,4 puntos, 3,1 rebotes y 0,8 asistencias por partido (jugó un total de 187).

Retirada


Norris se retiró en 1994. Desde entonces, ha sido asesor de equipos de europeos y entrenador de baloncesto (desde cadetes hasta ligas semiprofesionales). En Sevilla le contrataron en 2014 para pulir a un tal Kristaps Porzingis.

Fue sido nombrado Embajador de la NBA por el comisionado Adam Silver.

Audie Norris dirige su propio campus de baloncesto. Atención a las fotos que aparecen en la portada de su página web:

audie norris - fernando martin

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18 octubre 2018

Biografías de baloncesto: Mark Price

Con apenas 1,82 metros de altura y un físico nada imponente, a Mark Price no hubo quien le augurase ningún futuro como profesional del baloncesto. No obstante, su disposición para el trabajo y su carácter competidor lograron demostrar que los agoreros que estaban equivocados.

Cuando le tocó comenzar su carrera universitaria tuvo que sufrir el desprecio de ciertas universidades que veían en su físico un gran obstáculo. Mark Price tuvo la ventaja de que su padre, Denny, era entrenador asistente de los Phoenix Suns, en la época en la que dos grandes tiradores como Dick Van Arsdale y Paul Westphal jugaban en la franquicia de Arizona. Nada como el ejemplo de los profesionales.

Price acabaría jugando para Georgia Tech en una época en la que el baloncesto universitario no tenía la exposición televisiva que tiene hoy en día. Siendo jugador de primer año, logró liderar a la ACC como anotador con una media de 20,3 puntos por partido. Nadie ha sido capaz de superar tal hazaña. En su época universitaria coincidió con bases-escoltas como Kenny Smith, Johnny Dawkins, Muggsy Bogues, Nate McMillan o Spud Wedd.

Price fue elegido por los Dallas Mavericks con el número uno de la segunda ronda del draft de 1986, aunque fue inmediatamente traspasado a Cleveland. En su primer año en la NBA, jugó muchos minutos pero no fue titular ni una sola vez. El base titular de la franquicia de Ohio era por aquel entonces John Bagley, que sería traspasado al final de la temporada.

En el draft siguiente la franquicia de Cleveland eligió a Kevin Johnson. Johnson no apareció en el campus de entrenamiento hasta bastante tarde debido a problemas contractuales. Eso y el trabajo realizado durante el verano por Mark hizo que fuese éste el titular de la franquicia y que Kevin Johnson acabase siendo traspasado a Phoenix.

En los años dorados de Cleveland Price compartiría vestuario con Brad Dougherty, Larry Nance y Craig Ehlo. Una de las mejores temporadas de su carrera concluyó en las finales de conferencia del año 1992 en las cuales Cleveland tuvo que enfrentarse a los Bulls de Michael Jordan.

Además de su acierto en los tiros libres, Price será recordado por haber ganado dos ediciones del concurso de triples de la NBA, en los All-Star de los años 93 y 94. No tuvo oportunidad de igualar el récord de Larry Bird (campeón tres veces consecutivas) por culpa de una lesión.

Tras abandonar el baloncesto como jugador ha realizado labores de entrenador a nivel universitario y de high school.

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15 octubre 2018

Biografías de baloncesto: Stanley Roberts

shaquille oneal y stanley roberts


Cuando entrevisté a Mike Hansen recordó a Stanley Roberts, con el que coincidió en LSU. Me comentó que en aquella época, técnicamente, Roberts era mucho mejor que su también compañero de equipo Shaquille O'Neal. ¿Qué sucedió para que semejante talento acabase trabajando como portero de discoteca?

Dos gigantes en LSU


La historia de Roberts no se puede entender, como la de tantos otros deportistas estadounidenses, sin mencionar sus humildes orígenes. En high school, llevaría a su equipo a lograr dos campeonatos estatales en Carolina del Sur y llamó la atención de los reclutadores de las universidades. LSU fue la elegida.

En su primer año universitario no pudo jugar por problemas académicos. En su segundo año se encontraría en el equipo con O'Neal. El propio Diesel ha dicho en varias ocasiones lo importante que fue para él entrenar con Roberts y, confirmando la afirmación de Mike Hansen, quién era el mejor entonces: "Lo tenía todo; era imparable. Él era el mejor de los dos". Sin embargo, Roberts volvió a tener problemas académicos y, además, no solicitó su entrada en el draft a tiempo. Por ello, buscó destino en España.

Stanley Roberts en el Real Madrid


Con apenas veinte años, llegó al equipo blanco, entrenado por Wayne Brabender. Era la temporada 1990-91. Le acompañaba en la aventura otro joven talento con futuro, Carl Herrera. Se sabía que se trataba de un viaje con fecha de caducidad pero el Madrid de aquella época daba bandazo tras bandazo en búsqueda de un golpe de suerte. La NBA estaba a la espera. Roberts se presentaría en el Draft al final de la temporada.

El de Roberts era un físico impresionante para una liga como la española, en realidad para cualquier liga, NBA incluida: doscientos quince centímetros acompañados de muchos, muchos kilos. El peso, precisamente, se convirtió en una de las cruces del pivote durante toda su carrera.

Roberts se acabaría convirtiendo en el cabeza de turco de una temporada madridista para olvidar. Incluso, se le impondría al final de la temporada una multa millonaria con rescisión de contrato incluida. Un gesto para la galería del entonces presidente madridista Ramón Mendoza. Acabó su periplo blanco con 11,7 puntos y 8,7 rebotes de promedio.

Stanley Roberts en la NBA


Roberts fue elegido por los Orlando Magic en el draft de 1991 en el puesto 23 de la primera ronda. Un puesto demasiado bajo para las expectativas que se habían creado para él en su corta estancia universitaria. Sin duda, pesaban los informes llegados desde España.

Su primera temporada en la NBA no fue mala del todo. Llegó a ser elegido en el segundo quinteto rookie y promedió 10,4 puntos y 6,1 rebotes por partido. En su segundo año, debería haber coincidido con Shaquille O'Neal, también elegido por los Magic en el draft (con el número uno) pero fue traspasado a los Clippers, durante jugaría cuatro temporadas. A partir de su segunda temporada en Los Ángeles, todo fue cuesta abajo por culpa de los problemas físicos, de peso y las drogas. Sus tres últimos equipos fueron Minnesota, Houston (6 partidos) y Philadelphia (5 partidos).

En el año 1999, apenas un mes después de fichar por los 76ers, Stanley Roberts fue expulsado de la NBA por consumo de drogas (se rumoreó que se trataba de éxtasis). Tuvo el dudoso honor de ser el primer jugador suspendido -por dos años- de acuerdo a la nuevas reglas antidrogas de la liga.

A raíz de conocerse la expulsión declaró: «No sé cómo la droga ha aparecido en mi organismo ya que no recuerdo haberla tomado. Llevo ocho años intachables en la NBA y a las primeras de cambio me echan».

En 2003, una vez finalizada la sanción, los Raptors anunciaron su fichaje. No obstante no llegó a jugar con la franquicia de Toronto ya que fue despedido durante la pretemporada.

Los Gallitos de Isabela


En 2004 nos encontramos a nuestro protagonista jugando en la liga de Puerto Rico con los Gallitos de Isabela. Nuevo traspiés y despido por bajo rendimiento.

En 2006 Stanley Roberts apareció una entrevista en la que comentaba que iba a abrir su propio negocio de coches. Las habladurías hablaban de que su verdadero trabajo era todavía menos glamuroso. Finalizaba la entrevista recomendando a las jóvenes estrellas que tuviesen cuidado con las malas compañías...

El gigante ganó unos 30 millones de dólares durante toda su carrera. Todo ese dinero había desaparecido en el momento en que pisó las aulas universitarias por segunda vez.

De vuelta a la universidad


En 2007, el ex jugador, tras la insistencia de Coah Brown, decidió comenzar (no le sirvieron los créditos obtenidos veinte años atrás) sus estudios universitarios. Tuvo que lidiar con sus problemas económicos, su dislexia, el tener que trabajar y la atención que debía prestar a sus cuatro hijos.

El esfuerzo de Roberts fue recompensado por el NCAA Opportunity Fund cuando le concedió una beca para ayudar con sus gastos universitarios.

Justo antes de finalizar sus estudios, tuvo que someterse a un triple bypass. Finalmente, se salió con la suya y consiguió su diploma universitario.




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05 octubre 2018

Con ustedes, Jordan Kilganon


Jordan Kilganon es un licenciado en diseño industrial de Ontario que se pasa la vida colgándose de los aros y ha hecho de su pasión una profesión. Dice que le pusieron Jordan como homenaje al gran Michael. ¿Podría ganar el concurso de mates de la NBA?




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