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25 junio 2007

R. Madrid, campeón ACB

Claves del éxito:

- Antonio Martín y Alberto Herreros
- Joan Plaza
- Felipe Reyes (y el espíritu de equipo)
- la zona
- la elección de los fichajes

11 abril 2007

Objetivo cumplido

El Real Madrid ha conquistado la final de la Copa ULEB en Charleroi, la misma ciudad belga, de reminiscencias españolas, en la que hace tres años jugó otra final. Aquella vez tocó palmarla. El Madrid ha sido el favorito de la segunda, no lo olvidemos, competición continental desde el inicio de la misma –quizás se debería pensar en reforzar esta competición con los equipos eliminados de la Euroliga: sin duda se ganaría en calidad–. Hacía más de diez años que los madridistas no levantaban un título europeo y la Copa ULEB, además, era la única que faltaba en sus vitrinas (por cierto, las copas que se entregan en las competiciones continentales son como para no ponerlas en el aparador). El título ha traído un regalo añadido: la plaza para la Euroliga de la temporada que viene. La plaza europea y el nuevo campeonato seguramente harán que el líder de la ACB se relaje de cara a los play-off. Como dejó claro Antonio Martín al final del partido, atrás queda el fantasma de la paliza recibida en la final de Málaga.

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19 marzo 2007

Otro Barça-Madrid

El Barcelona se impuso el sábado al Real Madrid por 73-68 en el clásico número 100; la victoria barcelonista sirve para recortar distancias con el líder de la liga ACB y para afianzar todavía más la moral del conjunto blaugrana. Los de Plaza tenían el recuerdo cercano de la final de la Copa del Rey y las derrotas que, últimamente, han dejado de ser noticia; lejos queda el inicio de temporada de un equipo que era entonces imbatible. Las reiteradas lesiones han roto el sistema de rotaciones del técnico catalán, ahora los minutos no se reparten igual que antes y eso se acaba notando, sobre todo en los finales de partido.

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23 enero 2007

El nuevo Ferrándiz

Esta semana se ha hecho pública la prórroga del contrato de Joan Plaza, como entrenador del Real Madrid, hasta 2008, con el correspondiente aumento de sueldo para el técnico catalán. El momento elegido por los actuales dirigentes de la sección, Antonio Martín y Alberto Herreros, no ha podido ser más idóneo ya que llega después de las primeras derrotas en la liga y cuando el equipo se está enfrentando a una verdadera plaga de lesiones –Raül, Hamilton, Mumbrú, Varda-, que ha obligado a tirar de la cantera, a recuperar a Sinanovic –estaba jugando en el filial- y a buscar refuerzos. La decisión es fácilmente entendible teniendo en cuenta que el equipo blanco lidera la liga ACB y ha quedado campeón de grupo en la ULEB, pero el baloncesto es el paradigma de deporte de equipo en el que el hacer las cosas bien durante toda la temporada no siempre garantiza el éxito final. Cosa de los sistemas de competición.

La gran trayectoria madridista, hasta el día de hoy, tiene como principal artífice a su entrenador. Plaza ha repartido el tiempo de juego entre sus hombres casi matemáticamente, y las rotaciones sólo han peligrado cuando han llegado las lesiones, que esta vez podrían justificar, sin sonar a excusa, las primeras derrotas en liga. El reparto de minutos ha conseguido que todos los integrantes de la plantilla se hayan podido considerar importantes y que el equipo haya mantenido siempre un alto nivel de juego, sobre todo en defensa, que acaba por agotar finalmente la resistencia del contrincante. Está por ver si con los nuevos fichajes se puede mantener esa filosofía.

De momento creemos que se ha vuelto a acertar con la bestia parda de Marko Milic, tanto por su presente –buenos números con el Olimpia de Ljubljana en la Euroliga- como por su pasado madridista: en su anterior etapa blanca dejó un sabor agridulce por su tendencia a perder la concentración en muchos momentos. El alero no viene sólo a sustituir a Mumbrú ya que jugará también como pívot bajo y es un jugador muy distinto al alero internacional. La primera prueba de juego que habrá de pasar el “nuevo Madrid” de Plaza será la Copa del Rey, un torneo maldito para los blancos, y abierto siempre a las sorpresas, donde ser el líder de la liga no garantiza pasar el primer corte.

Hace unas semanas el presidente del Real Madrid se refirió a Joan Plaza como el nuevo Ferrándiz. Al basket blanco, menos mal, no le toca muy a menudo ser el objeto de los comentarios del mandamás merengue, aunque el efecto, cuando lo ha hecho, es el mismo que el se produce cuando habla de fútbol. Plaza, o cualquier entrenador que en el futuro tenga que ocupar su puesto, está muy lejos de acercarse –por los años en el puesto y las copas conquistadas por don Pedro- a lo conseguido por el mejor entrenador de la historia blanca, aunque, de momento, los inicios no pueden ser más prometedores. Las comparaciones siempre son odiosas.

Artículo publicado en Libertad Digital

15 enero 2007

The porn player, Calderón y el reto de Dieter

Jorge Garbajosa ya se ha ganado su apodo en la NBA: The porn player. Ahora sólo falta que el departamento de merchandising de los Raptors se ponga a trabajar y comercialice productos con la leyenda de marras, aunque dudamos de que se vaya a atrever. Por lo visto, la explicación al mote es que Garbajosa hace de todo y todo bien. Quedémonos con "Míster Europa", ya que la revista italiana Superbasket le ha otorgado el premio de mejor jugador europeo del año 2006; el jurado lo tuvo fácil pues el de Torrejón, entre otros méritos, ha sido campeón de la ACB, del Mundial de Japón y mejor novato, hasta el momento, en la NBA. Escribimos de Garbajosa cuando acaba de jugar su peor partido desde que aterrizó en la NBA y después de haber estado parado varios encuentros por culpa de una lesión.

Las estadísticas no bastan para medir el alcance de la aportación de Jorge a los Raptors, siempre le toca dejarse la piel en defensa. Tras una pretemporada excepcional, ayudado por el rodaje que traía de Japón, los inicios, una vez comenzada la competición oficial, no fueron tan halagüeños ya que el entrenador le racaneaba los minutos. Ser campeón del mundo y un jugador maduro no eximen de tener que pagar ciertos peajes. Su inclusión en el cinco inicial del equipo canadiense ha tenido mucho que ver en que Sam Mitchell se haya comido el turrón, o lo que coman en Canadá en Navidad. La única pega al juego del pívot es que, de momento, sigue sin conseguir adaptarse a la distancia NBA de la línea de tres puntos; en el momento en que suban sus porcentajes de tiro de tres, Chris Bosh encontrará muchas más facilidades para anotar.

Mientras Míster Europa afina la puntería, su compatriota y compañero de equipo, José Calderón, sigue a lo suyo a pesar de que el entrenador lo sigue utilizando como repuesto de T.J. Ford. Mitchell le concede cinco minutos menos que el año pasado y Calde le responde anotando dos puntos más de media y mejorando sus porcentajes de tiro. Mucho tiene que ver el dinero en decisiones como éstas. Ford llegó a los Raptors con el caché y el salario de superestrella y sería demasiado atrevimiento saltarse el guión y dar los galones al extremeño, por mucho que sus números, teniendo en cuenta los minutos que juega, sean muchas veces bastante mejores que los del ex de los Bucks. Si Joan Plaza estuviese al mando los minutos se distribuirían de otra manera.

Dieter Brandau me retó hace tiempo –cuando aún se podía permitir el lujo de dedicar su tiempo a otra cosa que no fuesen los informativos de Libertad Digital Televisión– a que encontrase un cinco mejor que el suyo: Michael Jordan, Julius Erving, Larry Bird, Kareem Abdul Jaabar y Wilt Chamberlain. Dieter comete tres errores: jugar con dos escoltas para subir el balón y repartir el juego (el mismo experimento de Malikovic en el Madrid el año pasado y que acabó con fracaso total), tener dos cincos puros –uno de los cuales tendría que perseguir a mi cuatro por fuera de la zona– y no tener en cuenta el resultado del experimento futbolístico y galáctico de Florentino Pérez. En mi cinco están Steve Nash, Dwyane Wade, Dirk Nowitzky, Pierce y Duncan: tampoco son mancos y sin duda están, hoy por hoy, en mejor forma que los suyos.

Artículo publicado en Libertad Digital

27 noviembre 2006

Madrid-Barça

La mayor rivalidad del deporte español siempre ha tenido su continuación en la cancha de baloncesto y este sábado hemos asistido a la reedición del duelo entre los dos equipos más seguidos del país. Hace tiempo que la ACB dejó de ser cosa de los dos grandes (la última final disputada por ambos fue la de la temporada 2000-2001), pero sus enfrentamientos siempre atraen un mayor número de miradas. Antes del partido la clasificación y el nivel de juego nos hacían anticipar un resultado claramente favorable a los chicos de Plaza, pero siempre se espera que en un encuentro de estas características esas diferencias desaparezcan; el cómo se llega pasa a un segundo plano. El "a priori" perdedor juega una final, ya que una victoria puede hacer recuperar el crédito perdido y conseguir que la temporada pueda dar un giro. La apisonadora blanca no dio opciones esta vez. El Real Madrid comenzó la temporada, como tantas otras, con la sensación de provisionalidad, tanto en la plantilla como en el entrenador, pero los números no dejan lugar a dudas: hasta el momento son los mejores. El Barcelona, por el contrario, dispone del presupuesto más alto de Europa –22 millones de euros– pero parece que no ha sabido cómo administrarlo.

Un vistazo al marcador final o a las estadísticas del partido (prácticamente podríamos intercambiarlas por las de cualquier encuentro del Madrid este año) no bastan para explicar lo que sucedió en el clásico. La diferencia de diecisiete puntos se antoja pequeña para los merecimientos merengues; si Plaza hubiese querido hacer sangre se habría saltado, por una vez, su cuaderno de bitácora dando más minutos a los jugadores más en forma (esta vez Felipe, Mumbrú y Raúl) pero prefirió hacer partícipes de la fiesta, en la misma medida, a toda la plantilla. El técnico catalán tiene muy claras sus ideas, tanto como hacer prevalecer el equipo a las individualidades: "El límite está donde los jugadores quieran, mientras antepongan el equipo a su propia situación personal". Por parte del Barcelona solamente se puede destacar el partido de Navarro, que hasta final de temporada tendrá que tirar de repertorio para solucionar muchos partidos. Al dúo Savic-Ivanovic cada vez les quedan menos excusas para justificar el rendimiento de una plantilla millonaria. De momento el Barça se tendrá que aplicar para no quedarse fuera de la Copa del Rey; lo tiene difícil, no tanto por cómo está la clasificación en estos momentos como por la dinámica en la que está inmerso el equipo.

¿Dónde estarán Real Madrid y F.C. Barcelona a final de temporada? La impecable trayectoria europea del Barcelona –¿tendrá más categoría la liga ACB?– o los tropiezos madridistas nos dan qué pensar. Las estadísticas nos dicen que tiene más posibilidades el Real Madrid de no ganar el título, que las que tiene el Barcelona de pasar más de una ronda en play-off (antes hay que clasificarse). En todo caso la temporada es larga y el actual sistema de competición permite siempre los "milagros" de última hora.

A la hora de planificar la próxima temporada el Barcelona se encontrará nuevamente con el problema Navarro; en Vistalegre estuvo presente el presidente de los Wizards y volvió a avisar. Veremos si el Barça vuelve a soportar un nuevo asalto de la NBA.

Artículo publicado en Libertad Digital (26/11/06)

23 octubre 2006

Baloncesto blanco, pasado negro

artículo publicado en Libertad Digital (22 de octubre de 2006)

En el año en que se conmemora el 75º aniversario de la sección de baloncesto del Real Madrid (¿Se habían enterado de la efeméride? ¿Han visto el programa de festejos?), el equipo blanco continúa imbatido en sus encuentros oficiales tras una pretemporada igualmente inmaculada. La pretensión de esta temporada, como la de casi todas últimamente, es la de olvidar una temporada sin títulos. Desde que Fernando Martín hiciera las Américas en 1986, convirtiéndose en el primer español en jugar en la NBA, la sección de baloncesto del Real Madrid ha sido campeona de la liga ACB en sólo cuatro ocasiones: dos liderada por Arvidas Sabonis, una en el Palau con Scariolo al mando de la nave y la última con un triple de "San" Alberto Herreros casi sobre la bocina final. El zar lituano lideró también la conquista, en 1997, del título de mejor equipo de Europa. El palmarés se completa con un par de victorias en la Copa del Rey y unas cuantas competiciones europeas de segundo nivel. Muy poco para un equipo respaldado siempre con un gran presupuesto y con la aureola de equipo más laureado del baloncesto FIBA.

Los nada brillantes resultados se han debido a múltiples factores. El más evidente, sin duda, ha sido el incremento de la competencia entre clubes a nivel doméstico e internacional. Pero a nivel interno la falta de una dirección única y estable y la inexistencia de una estructura de club como la que tienen casi todos los equipos ACB han marcado el devenir merengue. Esas carencias se han traducido, de cara al aficionado, en un continuo baile de rostros de directivos profesionales, de entrenadores y no digamos ya de jugadores. Los distintos presidentes de la entidad han visto el baloncesto como un mal necesario, un problema a sortear. Antes las victorias blancas en el basket podían suponer un bálsamo con el que sobrellevar una mala temporada futbolera. Ahora el equipo de baloncesto es otro quebradero de cabeza más. En cada elección presidencial los candidatos lanzan propuestas "para relanzar" la sección, pero los vencedores, una vez instalados en la poltrona, pasan el balón naranja al primero que se descuida. ¿Para cuándo el pabellón madridista? ¿La recalificación de la Ciudad Deportiva no afectó también al Raimundo Saporta?

Ante la falta de ideas y la incapacidad para estructurar la sección el recurso siempre fue poner un montón de billetes ante la figura de turno. Pagaba el fútbol. Esa solución ya dejó de funcionar hace tiempo ante la superioridad económica de muchos clubes europeos. El Madrid muy pocas veces consigue vencer en una puja por un jugador; todos los veranos tenemos unos cuantos ejemplos. Ni siquiera se consigue atraer a los mejores entrenadores porque en el banquillo de Vistalegre las Fallas se celebran cada junio. Este año se ha tenido que confiar -parece que no quedaba otra opción- en un entrenador sin caché. Un director de orquesta que se ha ganado ya el puesto, que está haciendo jugar al equipo, que está repartiendo las responsabilidades y los minutos de juego entre sus pupilos. Veremos si el crédito que se ha ganado Joan Plaza le dura más que a sus predecesores y esperemos que a los primeros reveses no se ponga en solfa su capacidad. Otra agradable sorpresa la ha supuesto el fichaje –no sabemos si buscado o impuesto por las obligadas cuotas– de Raúl López y Alex Mumbrú. Dos jugadores con pasado blanco con los que la afición se puede identificar fácilmente. Antonio Martín y Alberto Herreros tienen trabajo por delante para volver a situar, con visos de permanencia, al Real Madrid en los primeros puestos del baloncesto continental ¿Liderará el Madrid, como lo hizo con Saporta, el cambio necesario que necesita el basket europeo? Primero hay que hacer los deberes en casa.